Fuente: El Economista/ Alejandro de la Rosa

  • El avance se explica íntegramente por el incremento de 32% en los trabajos contratados por el sector público, ya que las obras privadas tuvieron un decrecimiento de 0.2%; el Tren Maya y otras obras ferroviarias están apuntalando el indicador.

Los recursos públicos alientan a la construcción. La ejecución de las etapas finales de los proyectos ferroviarios del gobierno federal y los ajustes metodológicos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ocasionaron que durante el primer semestre del 2023 el valor de producción de las empresas constructoras registrara, en cifras originales, un incremento del 10.5%, respecto a igual periodo del año pasado.

Este año, el crecimiento se aceleró, pues el avance de la primera mitad del 2022 fue de 5.1 por ciento. Sin embargo, los repuntes de los últimos dos años todavía son insuficientes para remontar las caídas pandémicas de 7.1% del 2021 y de 16.7% del 2020, por lo que el indicador está todavía 10.1% por debajo del nivel del 2019.

Entre enero y junio pasados, la obra pública hiló su tercer año de incrementos de iguales periodos y este año registró un crecimiento espectacular del 32%, mientras que la obra privada, principalmente de vivienda, edificios industriales, comerciales y de servicios, cayó el 0.2% (en el 2022 la baja fue del 22.1%).

Pese al buen comportamiento de los indicadores, al interior de los constructores formales no permea el beneficio, toda vez que los contratos millonarios que se han ejecutado, por ejemplo, en el Tren Maya, en tren del Istmo o el tren México-Toluca están en manos de grandes firmas (entre ellas: ICA, Acciona, Azvi, Mota Engil y Carso Infraestructura) y las pymes ven de lejos.

No tengo el dato preciso, pero lo que dicen los afiliados es que las constructoras de gran tamaño tienen un gran compromiso de cumplir y las más chicas cuentan todavía con bastante capacidad de ejecución porque que no se han podido contratar desde hace varios meses. No hay suficientes contratos para el gremio”, dijo a El Economista recientemente Francisco Solares, el presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).

Trenes y el agua

Por tipo de obra, las relacionadas con edificación (que representaron a junio el 39.4% del total) tuvieron un incremento del 2.8% en el primer semestre, mientras que las de transporte y urbanización (con una participación del 27.8%) crecieron el 16.4% en relación al 2022.

De los trabajos de transporte, con base en datos del INEGI, la mayor parte corresponde a las obras ferroviarias, mismas que han dado el empuje suficiente para que el valor de producción de las constructoras esté acelerando el ritmo y prueba de ellos es que en febrero pasado se informó la incorporación de las obras de los tramos 5 norte, 6 y 7 del Tren Maya a la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC), los cuales están a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

El tercer segmento relevantes para el instituto es el de otras construcciones (instalaciones en edificaciones, obras y trabajos auxiliares para otras construcciones, trabajos de albañilería y acabados y montaje de estructuras), el cual presentó signo negativo en el semestre: el -2.2 por ciento.

Los trabajos de petróleo y petroquímica (con una presencia del 12.1% en el total) se incrementaron el 22.4%, mientras que los de electricidad y telecomunicaciones y agua, riego y saneamiento tuvieron (con participación del 4.2% y el 3.9%) tuvieron alzas semestrales del 66.8% y el 72.5%, en donde los recursos públicos son los principales.

La mano de obra
Con el incremento de obra pública entre enero y junio pasados, las cifras del INEGI reportan un adecuado comportamiento respecto al personal que se encarga de ejecutarla en el día a día.

El personal ocupado se incrementó el 2.3% el primer semestre de este año. Y mientras el personal ocupado dependiente de la razón social subió el 3.7%, el personal ocupado subcontratado bajó 23.4 por ciento.