Fuente: El Economista/ Alejandro de la Rosa

Jorge de la Madrid formó parte de un selecto equipo de civiles que brindó su apoyo a la Sedena y a quienes hicieron comentarios sobre las longitudes, número de calles de rodaje, de la ubicación de la torre de control, entre otros.

Jorge de la Madrid Virgen no tiene complicaciones en decir: Como ingeniero civil, considero que las obras que se construyeron en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) están bien realizadas y que, en algunos casos, los ingenieros militares tomaron en cuentas las opiniones que hicimos un grupo de asesores externos.

Su comentario, dice, está basado en sus conocimientos, alejado de cuestiones políticas. Con una experiencia de casi 50 años en el sector público (básicamente en Aeropuertos y Servicios Auxiliares, ASA) y destacada participación en la planeación y construcción de 10 aeropuertos, entre ellos los de Puebla, Puerto Escondido y en el cancelado de Texcoco, no podía pasar desapercibido entre los integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que fueron asignados a la obra, por lo que fue requerido para formar parte de un selecto equipo de civiles que brindó su apoyo.

Con base en su largo recorrido profesional en el tema aeroportuario, le sigue causando inquietud que a estas alturas no haya quedado resuelto, en su totalidad, la conectividad terrestre (rutas, medios de transporte), la cual es fundamental para el éxito de las operaciones que se inaugurarán el próximo lunes. “No hay que olvidar que no solo el AIFA tiene esa complicación. Hay otros aeropuertos que también tienen pendiente facilitar los accesos de los pasajeros, aunque de pronto pareciera que ya no es problema. Hay que facilitar y generar beneficio a quienes vuelen”, refiere.

Luego de ser buscado directamente por el Ingeniero Militar encargado de la construcción, el General Gustavo Vallejo, con gusto se integró al equipo a mediados del 2019, al cual se le dio, de súbito, las gracias previo al inicio de la pandemia del Covid-19 por instrucciones superiores.

En entrevista telefónica, el egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, recuerda parte de su paso, breve e intenso, por los trabajos en la Base Militar de Santa Lucía.

“En reunión semanal se nos explicaba lo que estuvieron haciendo en la semana previa en estudios y proyectos y, más adelante, cuando iniciaron obra, nos decían lo que realizaban en el día a día. Había comentarios de nosotros sobre lo que se mostraba interés. Ellos tomaban nota a detalle”, señala.

Un ejemplo de ello fue hacer una mayor separación entre las pistas de operación civil, porque se tenía solamente el contexto de uso militar. Con base en la documentación técnica mostrada, se ajustó a la distancia superior a los mil metros para lograr operaciones simultáneas. También hablaron en su momento de las longitudes y de lo ancho, del número de calles de rodaje, de la ubicación de la torre de control, de las características del edificio terminal o del estacionamiento.